¿Camino o destino?

24 de mayo de 2024

Cuando decidimos iniciar un entrenamiento, nuestro primer pensamiento se dirige a la meta:

  • Adelgazar.
  • Ganar masa muscular.
  • Eliminar el dolor de espalda.
  • Controlar los niveles de azúcar.
  • Mejorar mi marca en una determinada prueba.

Si nos detenemos a reflexionar sobre esta actitud, resulta curioso comprobar cómo nos obsesionamos por alcanzar un objetivo, prescindiendo del proceso a través del cual lo vamos a lograr.

Hace años, al recorrer a pie el Camino de Santiago disfrutando de cada etapa, de la gente con la que me encontré y con la que compartí un trozo de ese camino, de la soledad, de mi silencio, me di cuenta de que la meta no era, ni mucho menos, el motivo por el que mis pies se llenaban de ampollas cada jornada.

Llegar a Santiago, a la meta marcada con semanas de antelación, me provocó una alegría efímera, unos segundos donde me permití felicitarme por el esfuerzo. Ese entusiasmo enseguida se transformó en añoranza, fui consciente de todo lo que dejaba atrás, las sensaciones, la ilusión con la que afrontaba cada etapa, la satisfacción con cada paso.

Para culminar un proyecto, necesitamos recorrer un camino, en ocasiones más corto y otras veces más largo, pero un camino. Si no disfrutamos de ese proceso, de esas etapas marcadas, ¿seremos capaces de llegar a la ansiada meta?. Y lo que es más importante, ¿vamos a saborear de victoria de con la misma intensidad?

Si por ejemplo buscas adelgazar y consigues bajar unos kilos gracias a una dieta muy restrictiva, ¿has conseguido tu objetivo?¿A qué precio? ¿Durante cuánto tiempo podrás mantener esa bajada de peso? Y lo más importante, ¿te sientes feliz?

Qué pasaría si decides incluir pequeños cambios en tu rutina de alimentación: cocinar más, variar cantidades, equilibrar ingestas. Y si a eso le añades el ejercicio, el conjunto estará completo. Seguro que tardarás más tiempo en lograr resultados, pero los conseguirás, y además, disfrutando de los pequeños logros y de las endorfinas que tu propio cuerpo va a generar.

Sin duda una opción mucho más sostenible en el tiempo.

El entrenamiento debe integrarse como una parte más de tu vida diaria. Tiene que ser un momento de disfrute, de desconexión con las preocupaciones y de conexión contigo, sin pensar en resultados. Debes centrarte tan solo en ese instante, y emplear en ese momento todo tu esfuerzo.

Te recomiendo unos pequeños consejos para iniciar ese cambio de actitud:

  • Márcate metas realistas.
  • Piensa en ti , pero piensa también en quien te rodea.
  • Disfruta de cada pequeño logro.
  • Entiende que algunos días las cosas no saldrán como esperas, analiza y aprende de los errores.

Si canalizas tu concentración en cada repetición, en cada movimiento, siendo consciente de tu cuerpo, de cada músculo implicado en el esfuerzo, las piezas del puzle se irán uniendo, logrando un cambio en tu vida gracias al que percibirás beneficios a nivel físico y a nivel emocional.

Buen camino.